ESPIRITUALIDAD

Agua de la Roca. Espiritualidad Marista que brota de la tradición de Marcelino Champagnat

Cuando hablamos de espiritualidad nos referimos a ese fuego inextinguible que arde dentro de nosotros, nos llena de pasión por la construcción del Reino de Dios y se convierte en la fuerza impulsora de nuestras vidas, dejando que el Espíritu de Cristo nos guíe. Todo cristiano que viva de esta forma, crece en santidad.

Nosotros vivimos la espiritualidad cristiana de una manera peculiar: mariana y apostólica. Es una espiritualidad encarnada que surgió de Marcelino Champagnat y se desarrolló después entre los primeros hermanos, quienes nos la transmitieron como una herencia preciosa. Así como compartimos raíces comunes con los otros estilos de vida marista*, nosotros tenemos también una espiritualidad específica que se renueva constantemente mediante la acción conjunta del Espíritu y de nuestros esfuerzos personales y comunitarios por encarnarla en situaciones cambiantes y en culturas diferentes. Esta espiritualidad fortalece nuestra unidad y es un elemento crucial para el dinamismo de nuestra vida y misión.

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Espiritualidad

Los Hermanos Maristas somos hombres consagrados a Dios, que seguimos a Jesús al estilo de María, vivimos en comunidad y nos dedicamos especialmente a la educación de los niños y de los jóvenes, con más cariño por aquellos que más lo necesitan. Somos cerca de 3.500 hermanos esparcidos en más de 80 países de los cinco continentes. Compartimos nuestra tarea de manera directa con alrededor de 40.000 laicos y atendemos cerca de medio millón de niños y jóvenes.

Si algún joven se muestra interesado en ser Hermano Marista debe recorrer un itinerario de formación que comprende las siguientes etapas: discernir la vocación, postular el ingreso en comunidades de formación, vivir un tiempo de noviciado que culmina con la profesión de los votos o compromisos, proseguir un período de formación académica para las tareas que se desempeñarán en los años sucesivos e iniciar de manera directa su dedicación a los niños y jóvenes en las más diversas situaciones, consciente de que su servicio constituye un valor inestimable.

Los Hermanos Maristas, nos dedicamos a dirigir escuelas primarias y secundarias, universidades, escuelas industriales, centros sociales, orfanatos y casas de acogida a lo largo y ancho de todo el mundo. El hermano Emili Turú es el actual Superior General de la Congregación, quien reside en Roma.

La misión marista en el mundo de hoy. Retos y perspectivas para el futuro:
Los años que viviremos hasta 2017 serán fundamentales para el discernimiento de la misión marista en el mundo de hoy. Las llamadas del 21 Capítulo general de la Congregación llevado a cabo en 2009 nos impulsan a buscar una renovación de la misión marista en todo contexto. Teniendo presente la disponibilidad de María, nuestra Primera Superiora, intentamos buscar lo que Dios quiere de nosotros, maristas de Champagnat, ante la celebración del bicentenario de la fundación marista y las llamadas de los niños y jóvenes de hoy. Además el amor al trabajo heredado de Marcelino y su profunda confianza en Dios, nos ayuda a dar pasos para la construcción de esa nueva realidad que Dios nos propone como fidelidad al sueño de Marcelino y en atención a las necesidades del mundo de hoy.

El último Capítulo General nos pide “una presencia fuertemente significativa entre los niños y jóvenes pobres”. Hemos avanzado ya bastante en esta dirección pero debemos colocar más aún nuestro corazón junto a los niños y jóvenes en la realidad periférica o de frontera. Debemos asumir el reto de comprometer todas nuestras estructuras y frentes de misión, independientemente de las personas a las que atendemos, en la transformación de la realidad, de la justicia social y de la construcción del proyecto del Reino de Dios.

Para dar este paso es preciso, como dice el Capítulo General, “ver el mundo con los ojos de los niños y jóvenes pobres”. Lo cual significa ver el mundo desde abajo, desde el nivel de los excluidos y olvidados de este mundo, tal como lo vieron María y Marcelino. Ver el mundo desde abajo exige desplazamientos. La presencia sincera, verdadera y solidaria junto a los niños y los jóvenes pobres favorece nuestra conversión de corazón tanto personal como institucional. La evangelización y el compromiso con la vida en plenitud, conforme al Evangelio, deben estar en todos nuestros proyectos de misión así como en nuestros corazones y en nuestras mentes.