Robinson Moná Moncada, hermano marista con más de 20 años de vida religiosa, ha recorrido un camino lleno de descubrimientos personales y vocacionales; desde pequeño, experimentó una profunda inquietud vocacional, inicialmente, sintiendo el llamado a la vida sacerdotal, una de las primeras formas en que se presenta el llamado de Dios, sin embargo, su búsqueda espiritual lo llevó a vincularse con diferentes comunidades hasta que llegó a conocer los Hermanos Maristas.
Durante un almuerzo invitado por los Hermanos Tiberio y Raúl Echeverry, descubrió que la vida marista era su verdadera vocación, la simplicidad, el compromiso y la dedicación de los hermanos, le revelaron una forma de vida que resonaba con sus valores, la coherencia y la convicción que los Hermanos demostraban en su día a día lo inspiraron y transformaron, llevándolo a sentir el llamado a ser hermano marista.
Este carisma ha sido una fuente de inspiración; a diferencia de una vida restringida al aula o a un entorno institucional, la vida marista abarca una fraternidad que valora profundamente, ha encontrado un aspecto fundamental de su vocación: “Yo no serviría para vivir solo, no serviría para vivir aislado, me gusta vivir mucho en comunidad”, la experiencia compartida, la oración conjunta y la vivencia de la fe en comunidad han sido para él una fuente constante de gratitud.
Dentro de su experiencia marista, ha encontrado muchas oportunidades para fortalecer su vocación, destacando la importancia de la vida de oración y la interioridad, cree que el servicio a los demás es esencial para descubrir el verdadero llamado de Dios: “Cuando uno ayuda a otra persona, el que crece más es uno mismo, y uno va descubriendo que ese llamado va siendo el camino hacia la felicidad”.
La formación en la vida religiosa ha sido una etapa significativa, brindándole un aprendizaje mutuo esencial, este proceso implica no solo transmitir conocimientos, sino también adaptarse a la realidad actual y conectar la experiencia religiosa con las aspiraciones de los jóvenes. Actualmente, en su rol de formador acompañando a los jóvenes en el escolasticado, ha encontrado un enriquecimiento personal al combinar su experiencia con las esperanzas y sueños de la nueva generación, “Es una unión entre sus expectativas y mi experiencia personal”, reflejando su dedicación y entrega a la vida marista.